La teoría del carrito de la compra.
¿Y si te dijera que un carrito de la compra fuera la prueba determinante para averiguar si una persona es capaz o no de autocontrolarse?
Imagínate este supuesto habitual en nosotros:
Tienes el carrito lleno de productos, pagas la cuenta y te vas al aparcamiento con el carrito a rebosar.
Cuando llegas, empiezas a meter los productos en el coche. Tras un par de minutos, ya has terminado.
Ahora solo quedas tú, tu coche y el carrito vacío.
Tienes la opción de dejar el carrito cerca, o llevarlo a su lugar donde se debe dejar.
Devolver el carrito a su lugar es una tarea fácil y que todos reconocemos como la cosa apropiada que hacer.
Sabemos que devolver el carrito es objetivamente correcto.
No hay ninguna situación excepto en caso de emergencia por la que una persona no pueda devolverlo a su sitio después de hacer la compra.
Y al mismo tiempo, abandonar el carrito tampoco es ilegal.
Entonces el carrito representa el ejemplo de si una persona va a hacer lo que es correcto sin estar obligada a hacerlo.
Nadie te va a castigar por no devolverlo.
Nadie te va a poner una multa por no devolverlo.
Nadie te va a matar por no devolverlo.
Nadie te va a premiar por devolverlo.
Debes devolver el carrito a su sitio porque así te salga del corazón, por bondad. Debes devolverlo porque no solo es lo apropiado, sino que también es lo correcto.
«El carro de la compra es la prueba de fuego definitiva para saber si una persona es capaz de autogobernarse», jared (@ANTICHRISTJARED)