XXIV Regata Illes Balears Clàssics
La XXIV edición de la Regata Illes Balears Clàssics, organizada por el Club de Mar Mallorca, vivirá del 15 al 18 de agosto la edición con más participantes y de más calidad de su historia. Nunca hasta la fecha se había dado cita en la Bahía de Palma una flota tan colosal de embarcaciones de época, con la presencia de auténticas leyendas de la navegación. “Este año vamos a vivir una edición espectacular”, afirma Manuel Nadal, comodoro del club anfitrión y máximo responsable de la organización de un acontecimiento que aúna deporte, cultura y compromiso patrimonial.
La lista de preinscritos incluye veleros de la talla del Moonbeam IV (1914), de 35 metros, que fuera propiedad del príncipe Rainiero de Mónaco; el Cambria (1928), de 40 metros; o los últimos cuatro supervivientes de la clase FI15, entre ellos el Hispania, el velero de regatas más emblemático que poseyó el rey Alfonso XIII.
La gran respuesta de los armadores del circuito de clásicos del Mediterráneo a la convocatoria anual del Club de Mar Mallorca y la enorme variedad de embarcaciones ha hecho que la flota quede provisionalmente dividida en nueve categorías, en función de su fecha de botadura y las características de su aparejo.
Una de las batallas más interesantes se vivirá en la clase Época Bermudiano, en la que se agrupan las once embarcaciones anteriores a 1950 con vela Marconi (triangular). El Cambria se medirá en esta división a otros barcos de renombre, tal es el caso del Rowdy, un NY40 de 1916; el Cipinno, un Frers 50 de 1949, o el Mercury, del armador español Jordi Cabau, un diseño de Sam Crocker de 1938 restaurado por el mestre d’aixa Mateu Grimalt en Mallorca.
El concurso del Moonbeam IV es uno de los grandes atractivos en la clase Época Cangreja, destinada a barcos previos a la mitad del siglo XX con aparejo trapezoidal. La embarcación monegasca, armada por Tom Van der Bruggen y patroneada por el carismático marino bretón Mikael Creach, se medirá a otros cuatro barcos legendarios: el Marigan (1898), del alemán afincado en Palma Tim Liesenhoff; el Bon Temps (1926), diseñado y construido en Mallorca por Pere Nicolau Mandilego; el Kelpie (1903), del británico Pelham Olive, y el Gipsy (1927), un ketch con base en el Real Club Marítimo de Santander.
La categoría de Clásicos, para veleros de madera o metal botados entre 1950 y 1975, será, con 12 unidades, la más concurrida de la XXIV Regata Illes Balears Clàssics. El Corsaro II (1960), en representación de la Marina Militar de Italia, defenderá el título obtenido en la edición del pasado año frente a veleros de gran tradición, como el Kahurangi (1952), en el que navegó el mítico regatista neozelandés Peter Blake; el Giraldilla (1963), de la armadora Valle de la Riva, o el siempre competitivo Emeraude (1975), el sloop de aluminio del patrón italiano Vittorio Cavazzana.
La lucha más igualada se dará en la clase FI15 Internacional, donde Tuiga (1909), Hispania (1909), Mariska (1908) y The Lady Anne (1912) competirán en tiempo real, sin necesidad de competición, en un campo de regatas exclusivo. Los cuatro veleros, de esloras que rondan los 30 metros y cuyos imponentes aparejos de cangreja son perfectamente visibles a varias millas de distancia, son los últimos representantes de la estirpe de puras razas de principios del siglo XX. Fueron diseñados por el arquitecto naval William Fife y concebidos para la alta competición. El rey Alfonso XIII mandó construirse uno para medirse, entre otros rivales, con el duque de Medinaceli, armador del Tuiga, que hoy es el buque insignia del Yacht Club de Mónaco.
La Regata Illes Balears Clàssics fue en su día una de las pioneras en reconocer las embarcaciones de vela latina como clase de pleno derecho.
Desde entonces, los botes y llaüts que representan la tradición naval mediterránea no han dejado de estar presentes en la competición.
Once unidades, divididas en tres categorías (Open, Llaüt y Regata), se sumarán a la flota de leyenda del Club de Mar de Mallorca.
Entre ellas destacan La Balear (1924), propiedad del Consell de Mallorca, o el llaüt Alzina (1948), que fue restaurado y se mantiene activo gracias a la asociación Alzinaires, formada por apasionados del patrimonio marítimo de Baleares.