El exceso de antioxidantes puede perjudicar a la piel…
Los suplementos antioxidantes, que en ocasiones se venden como panacea contra el envejecimiento o el cáncer, pueden agravar estos problemas. Los expertos recomiendan consumirlos dentro de una dieta equilibrada y redefinir un concepto sobreexplotado comercialmente.
El poder de una buena historia es, en ocasiones, uno de los mayores obstáculos para acercarse a la verdad. Esas historias sencillas, con buenos y malos bien separados, en las que todo parece encajar dentro de nuestro sentido común, son muy atractivas, pero con frecuencia se alejan de una realidad irritantemente compleja.
Una de estas buenas historias que han tenido bastante éxito en nuestras ideas sobre la salud comenzó en los años cincuenta del siglo pasado. Entonces, Denham Harman, investigador de la Universidad de California en Berkeley (EEUU), planteó que la causa del envejecimiento eran los radicales libres, un tipo de compuestos que oxidaban el organismo.
El óxido, que a la vista de todos se acumulaba en los cacharros viejos y los deterioraba, también era culpable de los achaques de la edad en los humanos. Todo cuadraba.
Esta teoría se justificaba por la observación, por ejemplo, de cómo los rayos X o las bombas nucleares, que son muy dañinos para las células, desencadenaban la producción de radicales libres en el organismo.
Además, se sabía que los radicales libres y el daño celular se incrementaban con la edad. Para contrarrestar este efecto de oxidación de los radicales libres, se apuntó a los antioxidantes, después de que algunos estudios indicasen que las comidas ricas en estos elementos podían ayudar a reducir el daño de la radiación.
Durante mucho tiempo, la dea de que algunas sustancias pudiesen mitigar la oxidación que el tiempo produce sobre el cuerpo y lo envejece caló. La realidad, como comprobaron muchos investigadores que trataron de poner a prueba la teoría de Harman, no era tan simple.
En los años cincuenta, Denham Harman, investigador de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), propuso que los culpables del envejecimiento eran los radicales libres, unos compuestos que oxidaban el organismo.
Estos radicales se producen como resultado de actividades básicas para la vida como respirar, y en algunos casos son importantes para defender al organismo frente a gérmenes o algunos tipos de tumor. Sin embargo, algunos hábitos nocivos como el consumo de alcohol o tabaco pueden introducir en el organismo un exceso de radicales libres que oxiden demasiado las células y aceleren el envejecimiento.
Durante mucho tiempo, una interpretación simplista de la teoría de los radicales libres creó en los antioxidantes, presentes en alimentos como las frutas y las verduras o en pastillas, a los antagonistas ideales para combatir el paso del tiempo.
Sin embargo, estudios posteriores han mostrado que los antioxidantes están lejos de ser un milagro.
“El punto de partida para tratar de comprender este problema es saber de qué estamos hablando”, explica Juan Carlos Espín, investigador del Grupo de Investigación en Calidad, Seguridad y Bioactividad de Alimentos Vegetales del CEBAS-CSIC (Murcia).
Respecto al trabajo de los investigadores suecos señala que “habla de dos antioxidantes de mecanismos muy distintos, uno es una vitamina y el otro un aminoácido modificado, que no tienen nada que ver”. Sobre lo que se conocen como antioxidantes, aclara que “son miles de moléculas de estructuras muy diversas, de actividades antioxidantes muy diversas”.
“El término antioxidante está sobreexplotado comercialmente y con bastante poca evidencia científica”, opina Espín. “Muchas actividades antioxidantes se prueban en probetas, empleando modelos, pero después, cuando tú ingieres esas moléculas, se transforman y pueden tener otros efectos distintos que no sean antioxidantes”, concluye. Algunos estudios han mostrado que la absorción de los antioxidantes que se encuentran en el té verde o en el vino, por ejemplo, depende del equilibrio de azúcar, grasas y etanol que los acompaña en su trayecto hasta el intestino delgado.
Oxidar el cáncer para combatirlo
“Hay infinidad de matices”, continúa Espín. “Hace unos años, en prevención cardiovascular se pensaba que los suplementos antioxidantes podían ayudar, pero eseboom ya ha pasado”, señala. “En el cáncer, hay tantos procesos que llevan a la enfermedad, que también hay uno que es el estrés oxidativo”, agrega. Por eso, “se asociaba el uso de antioxidantes en una cantidad elevada a una posible prevención”, indica. Sin embargo, y sigue con los matices, “nosotros hemos hecho ensayos en ratones, a los que les hemos dado excesos de antioxidantes que lo que hacen es promover tumores”.
Para complicar aún más la situación, una de las estrategias empleadas en la quimioterapia es la aplicación de fármacos que provocan especies reactivas, que fomentan la oxidación en el entorno del tumor para atacarlo y tomando antioxidantes se puede interferir en el tratamiento.
En resumen, Espín considera que el término antioxidante “necesita redefinirse” para que no se metan en el mismo saco moléculas que tienen poco que ver. Además, el investigador recuerda que “el exceso de lo bueno”, como una dosis excesiva de resveratrol, “también pude ser malo”. “Lo que hay que hacer es tener una dosis equilibrada, variada y punto”, concluye
Fuente : Daniel Mediavilla.