El fraude alimentario afecta a todo tipo de productos, en la última operación Opson VI, llevada a cabo por Europol e INTERPOL, se incautaron 9.800 toneladas de alimentos y 26’4 millones de litros de bebidas procedentes de actividades ilegales y fraudulentas. Estos resultados son significativos, pero lamentablemente son sólo la punta del iceberg, ya que es imposible detectar todos los fraudes alimentarios que se cometen a diario.
En España se han detectado partidas de almejas no aptas para el consumo humano, eran almejas que no se limpiaron y purificaron según la normativa de seguridad, la empresa responsable del fraude utilizó un etiquetado falso de un centro autorizado para el tratamiento del producto.
En Italia se ha desmantelado un negocio fraudulento en el que se distribuía vino falso como si fuera un vino con IGP (Indicación Geográfica Protegida). Al vino de baja calidad le añadían alcohol para aumentar su graduación, utilizaban etiquetas falsas de diferentes indicaciones geográficas protegidas para luego comercializarlo en el mercado nacional y en terceros países.
En Dinamarca, se detectaron botellas de aceite de oliva virgen extra, que en realidad era aceite de oliva a secas, es decir, aceite lampante en un 80% y un 20% de aceite de oliva virgen extra. Según los responsables de la Operación Opson VI, el aceite de oliva virgen extra es un producto de alto riesgo para la falsificación o adulteración.
A todo esto hay que añadir que las almejas no eran de la especie que se declaraba en el etiquetado. En fin, la lista de productos sujetos a fraude es extensa, estos son sólo unos pocos ejemplos, Europol comenta que el informe final detallado se dará a conocer en los próximos meses, en él podremos ver las dimensiones del fraude. Hay que decir que los resultados son similares, en cuanto a volumen, a los obtenidos en la Operación Opson V.
Los responsables de esta operación contra el fraude alimentario comentan que una vez más se demuestra que hay muchas personas desaprensivas a las que no les importan los problemas sanitarios que pueden acarrear con sus actividades, lo único que persiguen es el beneficio económico, aunque por fortuna se han logrado sacar miles de productos de la circulación. Pero hay que tener en cuenta que, quizá, lo incautado representa sólo la punta del iceberg, ya que es prácticamente imposible detectar todos los fraudes que se cometen.
El caso es que tantos casos de fraude demuestran que es necesario poner en marcha medidas que sean más efectivas y capaces de proteger a los consumidores, así como a las empresas alimentarias que trabajan honradamente y que también son el blanco de este tipo de delitos que, en muchas ocasiones, se producen por los vacíos legales que existen en determinados puntos de la cadena alimentaria.
Por esta razón se ha acordado una nueva normativa respaldada por el Parlamento Europeo que tiene el cometido de realizar inspecciones más duras en la cadena de suministro alimentario de la Unión Europea.
Esta normativa acordada de manera informal con el Consejo de Ministros tiene diversos cometidos, realizar inspecciones sorpresa con más frecuencia en todos los sectores y en toda la cadena de suministros, mejorar la trazabilidad de los productos alimentarios, poner en marcha controles más amplios y efectivos en diferentes ámbitos como en salud veterinaria y vegetal, en producción orgánica, en alimentos y piensos, o en Indicaciones Geográficas Protegidas. Toda una serie de mejoras de seguridad, que buscan recuperar la confianza de los consumidores.
Los parlamentarios explican que a raíz del escándalo de la carne de caballo se incrementó el nivel de desconfianza de los consumidores sobre los productos alimentarios, su trazabilidad y la integridad de la cadena de suministro. Con las nuevas normas se espera que las autoridades combatan de forma más efectiva las prácticas fraudulentas y no se vuelva a producir un escándalo como el citado. Pero lo cierto es que este tipo de escándalos no son los que más preocupan, ya que el alimento no representaba ningún riesgo para la salud, el fraude radicaba en la sustitución de un tipo de carne por otro de menor valor sin que se informase al consumidor.
Todos los fraudes preocupan, pero más aquellos que pueden poner en riesgo la salud e incluso la vida del consumidor, como el hecho de adulterar una pasta de avellana con un porcentaje de pasta de cacahuetes sin que se identifique en el envase, lo que podría provocar que una persona alérgica a la leguminosa que la consumiera, sufriera una anafilaxis.
Volviendo a la noticia, se han previsto medidas más severas contra los infractores, sanciones económicas más elevadas y es de suponer que penas de cárcel más duras, esperando que estas medidas disuadan a posibles infractores. Se dispondrá que la normativa sea cumplida escrupulosamente ante las prácticas fraudulentas o engañosas, se exigirán todos los requisitos para poder importar plantas y animales, se realizarán controles tanto en Estados miembros como en terceros países, etc.
Como hemos comentado, de momento la normativa se ha acordado de manera informal, por lo que habrá que esperar a su aprobación y publicación para conocer con detalle todas las medidas y sanciones que se pondrán en marcha. Aunque se realicen más importaciones y se intente asustar con penas y sanciones más duras, el fraude no desaparecerá, es imposible controlar todo el volumen de mercancías que se mueven en la UE.
Siempre habrá quien se quiera arriesgar para llenar sus bolsillos, lo peor es que se trate de productos que supongan un serio riesgo para la salud del consumidor.
Podéis conocer más detalles de este paquete de medidas contra el fraude alimentario a través de este artículo publicado en el Parlamento Europeo.
Fuente: https://gastronomiaycia.republica.com