Tribunal Federal de Justicia del país germano prohibe fotografiar los platos de chefs con estrellas Michelin

El Tribunal Federal de Justicia del país germano ha ampliado la protección de derechos de autor a las creaciones culinarias de los chefs más reputados, al asimilar estas preparaciones a obras de arte.

Fotografiar un plato de comida y difundirlo en redes sociales puede convertirse en una infracción contra la propiedad intelectual. Así lo ha expresado el Tribunal Federal de Justicia de Alemania que, en una sentencia del mes de agosto, apostó por ampliar la protección de derechos de autor a las «creaciones culinarias minuciosamente dispuestas», en un claro guiño a los platos elaborados en los restaurantes de alto standing premiados con estrellas Michelin.

Esta sentencia no sería novedosa si no fuese porque ninguna ley de propiedad intelectual tiene en cuenta las creaciones gastronómicas. «El artículo 10 de nuestra Ley de Propiedad Intelectual, en el que se definen las obras cubiertas por derechos de autor, no tiene en cuenta este supuesto. Tampoco existe ningún rastro del arte culinario en la Directiva 2001/29/CE, relativa a los derechos de autor de la Unión Europea», explica Antonio Cueto, senior counsel del área de propiedad industrial e intelectual de Bird & Bird. El letrado, sin embargo, matiza que actualmente existen casos que no aparecen reflejados en la normativa española y europea, como los formatos televisivos, que sí están cubiertos por la propiedad intelectual.

Cueto entiende que este fallo podría sentar un precedente a nivel comunitario, como ya sucedió con la primera sentencia europea que afirmó que las páginas de enlaces no debían ser entendidas como piratería digital, pero también opina que la resolución se mueve en un terreno pantanoso.

Obras de arte

«La razón que esgrime el tribunal para conceder la cobertura del derecho de autor a ciertas creaciones culinarias es que cuenten con un importante nivel de diseño, que puedan ser entendidas como obras de arte, por las que su autor, el chef, se convertiría en propietario de estos derechos», comenta. Para el letrado, este último argumento es un terreno resbaladizo, puesto que se trata de un razonamiento subjetivo, que parece estar únicamente dirigido a la cocina de autor y no para el resto de preparaciones de locales más humildes. Además, Cueto apunta que los ránkings elaborados por la Guía Michelin varían cada año y un chef que cuenta con una estrella podría perderla un año más tarde, lo que provocaría que un plato pasase de estar cubierto por el derecho de propiedad intelectual a no estarlo.

Frente a la posibilidad de que este tipo de cobertura legal llegue a España o se extienda en la Unión Europea, Cueto insiste en que podría suceder, algo que hasta ahora parecía una posibilidad remota. Sin embargo, el letrado afirma que «cada país marcará su propio camino a través de las decisiones que tomen los tribunales, si algún chef decide denunciar algún caso similar». Por otro lado, también cree que las posibles sentencias centradas en los derechos de autor de las creaciones culinarias no serán genéricas e irán caso a caso. Además, concluye, estos fallos deberían ser mucho más específicos y tendrían que marcar claramente los requisitos para ser obras cubiertas por la propiedad intelectual.

Derecho de admisión

Hasta que este tipo de derecho de autor aterrice en España, Cueto recuerda que los Arzak y los Aduriz pueden solucionar el problema de la difusión de instantáneas en redes sociales y en Internet por la vía contractual. «Los propietarios de los restaurantes tienen la posibilidad de imponer a sus comensales la prohibición de que no fotografíen sus preparaciones. Cuando un cliente acude a este tipo de locales, acepta de manera tácita sus reglas y si no las cumple, el propietario puede obligar a un cliente a que se marche, como ocurre con el derecho de admisión».

‘Royalties’ y el derecho culinario

Alemania es, por ahora, el único país que ha extendido los derechos de autor a creaciones culinarias. Sin embargo, hace 30 años, en Madrid, el restaurante La Gastroteca de Stéphane y Arturo decidió adelantarse a su tiempo y, de manera unilateral, empezó a pagar royalties por las elaboraciones que copiaban en su local a los reputados chefs franceses. Uno de los propietarios, Arturo Pardos Batiste, elaboró, junto a José María Rodríguez Oliver, letrado del Consejo de Estado y catedrático de derecho administrativo, las bases del derecho gastronómico en las que se especificaba que el restaurante decidía libremente abonar derechos de autor culinarios a los cocineros plagiados. El documento fijaba el monto de los royalties en el 1,25% del precio en la carta y lo multiplicaba por el número de platos vendidos a lo largo del mes. El texto también apuntaba que la cantidad resultante sería enviada al finalizar el mes por giro postal. Por último, Pardos Batiste también estableció el copyright de los platos de su creación.

log face

Fuente: http://www.expansion.com